Carmen Meoño Soto:
Volvamos a la normalidad
gritan a coro
comerciantes, empresarios,
financieros, inversores
que amasan fortunas del consumo exacerbado
que cotizan en la bolsa
con dinero ajeno
cuya divisa es
si no se arriesga no se gana
para quienes todo es mercancía
y todo lo resuelve la mano
ya no “tan invisible” del mercado
Volvamos a la normalidad
dicen los que negocian con la fe
porque los diezmos están menguando
necesitamos almas congregadas
-y ahora atemorizadas-
para seguir con la promesa celestial
-y con la pobreza terrenal-
Volvamos a la normalidad
dicen los depredadores de utopías
los ladrones de memoria
los parias y asesinos
los que lucran con la pena ajena
que aplican la ley, pero no la justicia
y que siempre inclinan la balanza
-previo pago de contado-
para el lado equivocado
Volvamos a la normalidad
dicen los dirigentes grandilocuentes
mientras alzan la mano
-después del discurso justificante-
para aprobar la enésima norma
que hará más ricos a los de siempre
y a los pobres, miserables
Volvamos a la normalidad
Dicen los emprendedores
y mejor si nos incentivan
con cien años de gracia
para devorarnos las montañas
desviar los ríos
introducir monocultivos
cortar sin indulgencia los árboles milenarios
todo en nombre del progreso
como en los siglos pasados
Volvamos a la normalidad
Dicen los patriarcas
que a las mujeres les cueste
alcanzar el techo de cristal
lo colocaremos cada vez más alto
Ya tienen demasiados derechos
conviene recluirlas nuevamente
para que sigan expiando el pecado original
y si esa idea está gastada
nos inventamos otro
nada de permitirles marchar por las calles
o gritar consignas
que le tomen gusto al conocimiento
y descubrir que, sin su trabajo
se nos caería todo el capital
¡no señores!
eso es peor que este virus anormal
¿Volvamos a la normalidad?
Ni pensarlo
Si la humanidad vuelve por el mismo rumbo
estaremos condenando a la madre tierra
que por fin tiene un respiro
abriremos la puerta a la necrofilia
que nos robará la llave
y solo dejará entrar
a los del club exclusivo
para quienes los demás
somos mano de obra descartable
y entonces sí,
¿cuál será nuestro destino?
Ana Silvia Monzón
9.4.2020